Para las del pasado, que hoy son ancestras.
Para las que aún nos acompañan en este plano.
Para las niñas negras que están por nacer.
Para mis hermanas, tías, abuelas, sobrinas, ahijadas.

El mundo cada día se vuelve más cruel. Las vidas negras están en constante peligro. Ser mujeres negras es un riesgo desde antes de nacer. Pero hemos sido, somos y seremos un pueblo en resistencia. Somos herederas de una memoria viva, tan amplia como infinita. Y será imposible borrar nuestra existencia.

La memoria nos ha servido para resistir, pero llegará el día en que dejemos de resistir. Ese día será cuando la vida digna no sea una lucha, sino una realidad. Cuando la dignidad habite el presente, alimente el futuro y repare el pasado. Sanar no es cuestión de suerte, es parte de nuestra agenda política. Pero, sobre todo, es un acto de humanidad: jamás perder lo que somos, jamás olvidar nuestro camino en este mundo que insiste en imponer un tiempo efímero como si fuera lo único posible.

Amen su historia y no suelten su memoria. Porque justo ahí, en ese detalle que pretenden manipular y apropiarse, se encuentra la verdadera agenda del futuro. El amor comienza en nosotras y termina en nosotras. Esto lo decía la abuela mientras nos trenzaba el cabello para que no perdiéramos nuestros hilos.

Lo colectivo siempre se moverá por la fuerza individual de querer transformar las cosas, sin perder nuestra esencia. Ser mujeres negras es reconocernos constantemente en nuestra espiritualidad, como la semilla de la vida. Nos amamos en lo que sentimos, nos amamos en tonos, en texturas, en ritmos, en silencios. Nos amamos en los conflictos y en las reconciliaciones.

No modulen su voz para agradar. Mantengan su voz para ser libres, y para liberar a otras.Se las quiere, acimarradas y amadas
Juanita

Juana Francis Bone