La crisis del agua en Ecuador, agravada por el derrame de petróleo en Esmeraldas, ha puesto en evidencia la vulnerabilidad de las mujeres, niñas y cuerpos menstruantes. En situaciones como esta, pocas veces nos preguntamos cómo afrontan su menstruación quienes no cuentan con acceso adecuado a agua potable, higiene y productos de gestión menstrual.

El ciclo menstrual es un proceso natural que atraviesan mujeres, hombres trans y personas menstruantes, compuesto por diversas fases donde la menstruación es solo una manifestación física. En este contexto, se hace imprescindible hablar de la Gestión Menstrual Digna, un concepto que vincula la salud menstrual con el acceso a derechos fundamentales como el agua, la salud y la educación.

La Gestión Menstrual Digna: un derecho fundamental

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF, la Gestión Menstrual Digna implica garantizar el acceso a materiales de higiene menstrual limpios y adecuados, instalaciones sanitarias privadas con agua y jabón, y educación sobre el ciclo menstrual para fomentar comprensión y respeto desde edades tempranas. Sin embargo, esta realidad dista mucho de la situación en la que se encuentran muchas mujeres y niñas en Ecuador, especialmente en comunidades racializadas y precarizadas.

El acceso al agua potable es fundamental para la higiene menstrual, pero la crisis hídrica en Esmeraldas, Quinindé, Rioverde y Atacames ha puesto en riesgo la salud y dignidad de cientos de personas. Familias enteras han debido incrementar sus gastos comprando garrafones de agua para cubrir sus necesidades básicas, incluyendo la higiene menstrual. La falta de acceso a agua potable y compartir baños en condiciones precarias exponen a las mujeres y niñas a infecciones, problemas de salud y limitaciones en su vida diaria.

Impacto de la crisis del agua en la salud menstrual

La falta de agua potable no solo afecta la higiene menstrual, sino que también limita oportunidades de empleo y educación. Muchas adolescentes se ven obligadas a faltar a la escuela por no contar con condiciones adecuadas para gestionar su menstruación. Según organismos de derechos humanos, la falta de acceso a agua y productos de gestión menstrual en contextos de crisis puede provocar:

  • Infecciones vaginales y urinarias debido al uso de materiales no adecuados.
  • Afectaciones emocionales y psicológicas por la imposibilidad de gestionar la menstruación de manera digna.
  • Ausentismo y deserción escolar de niñas y adolescentes.
  • Disminución de oportunidades laborales para mujeres en situaciones de vulnerabilidad.

A nivel mundial, una de cada cuatro escuelas primarias y una de cada seis secundarias carecen de acceso a agua potable, lo que impacta directamente en la salud menstrual de las niñas. Además, el Banco Mundial estimó en 2017 que 500 millones de mujeres no cuentan con un lugar adecuado para defecar, lo que implica también una carencia de espacios seguros para su higiene menstrual.

Justicia reproductiva y la urgencia de respuestas estructurales

Hablar de justicia reproductiva en medio de las crisis que atraviesa Ecuador es un acto de reparación histórica. Enfocarnos en los territorios negros y precarizados es una necesidad urgente. La gestión menstrual no puede seguir siendo ignorada en las políticas públicas. Es fundamental que el Estado garantice el acceso a servicios básicos como agua potable, infraestructura sanitaria y distribución de productos menstruales en comunidades afectadas.

Organismos internacionales recomiendan a los Estados aumentar la inversión en programas que aseguren el acceso a estos servicios esenciales. No todas las personas experimentan la crisis del agua de la misma manera; las mujeres y niñas racializadas son algunas de las más afectadas. Sin políticas efectivas y equitativas, la crisis hídrica seguirá precarizando la vida de quienes ya enfrentan profundas desigualdades.

Garantizar la Gestión Menstrual Digna no es solo una cuestión de salud, sino un asunto de derechos humanos y justicia social.

Juana Francis Bone