Lo difícil de comunicar en tiempos donde la atrocidad es la norma
Los periodistas de la cadena Al Jazeera, Anas al Sharif y Mohammed Qreiqeh, junto con los camarógrafos Ibrahim Zaher, Mohammed Noufal y Moamen Aliwa, fueron asesinados al ser alcanzados por un bombardeo perpetrado por Israel, el pasado 10 de agosto, mientras se encontraban reunidos en una carpa para prensa, ubicada en la entrada principal de un hospital.Así lo confirmó Al Jazeera, cadena de noticias con sede en Qatar. Más tarde, la agencia de noticias Reuters identificó a un sexto periodista asesinado: Mohammed al Khaldi. Estaban haciendo su trabajo: informar, documentar, contar lo que estaba pasando en medio del caos y fueron silenciados de la única forma que conoce el poder: la violencia.
Poco después del ataque, el ejército israelí en un intento descarado de querer justificar lo ocurrido. Confirmaron que habían dirigido el bombardeo específicamente contra Anas al Sharif, de 28 años, acusándolo de haber ejercido como jefe de una célula de Hamás. No presentaron pruebas. Solo una acusación lanzada al aire, en un contexto donde la palabra “terrorista” se usa con la intención de borrar a quien incomoda, de silenciar a quien muestra la verdad.
Desde el inicio de la ofensiva militar de Israel en Gaza en octubre de 2023, más de 186 periodistas han sido asesinados, según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), una organización internacional dedicada a la defensa de la libertad de prensa. No son cifras: son nombres, rostros. Eran ojos y voces en medio de lo que se quiere ignorar.
La noticia de estas muertes llega justo después de que el gobierno israelí anunciara la aprobación de una nueva ofensiva para tomar la Ciudad de Gaza. Ese anuncio provocó críticas en varios países, protestas dentro del mismo Israel y la preocupación de organismos internacionales que advierten que la situación humanitaria en la Franja de Gaza podría deteriorarse aún más.
Los horrores que perpetra Israel contra el pueblo palestino no comenzaron hoy. Llevan más de 70 años de guerras, ocupaciones, bloqueos y enfrentamientos que han dejado decenas de miles de muertos y millones de personas desplazadas, obligadas a vivir en la miseria.
El hambre se ha convertido en el arma más letal. Las infancias y juventudes palestinas crecen entre ruinas, sin certezas, sin promesas, sin mañana. La muerte no puede dejarnos indiferentes. Hablemos. Sigamos hablando. Por una Palestina libre. Una Palestina donde el pan no se niegue y el miedo no sea cotidiano. Una Palestina donde vivir no sea solo suerte.
Que las muertes de quienes relataron la atrocidad, el sufrimiento y la verdad no sean en vano.
“Les encomiendo que no permitan que las cadenas los silencien, ni que las fronteras los detengan, y sean puentes hacia la liberación de la tierra y de la gente, hasta que el sol de la dignidad y la libertad brille sobre nuestra tierra usurpada.”
— Anas al Sharif, periodista de Al Jazeera, en su testamento escrito meses antes de su asesinato.
Hoy, honremos su palabra. Ya no callemos frente a la atrocidad. Palestina vencerá.
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