“Y si el poder no es con nosotras, si no es negro, cholo, indígena, montuvio, popular, campesino, GLBTIQ+ y periférico, entonces no es poder: es fascismo disfrazado de democracia”
En medio de un país atravesado por la crisis, la violencia y el desencanto político, hablar de gobernanza participativa no es una moda, es una urgencia. En Ecuador, el reto de reconstruir el tejido social y político pasa por desafiar los modelos de poder verticales, cerrados y excluyentes. Modelos que han sido mantenidos por organizaciones políticas que, lejos de representar al pueblo, han consolidado un sistema democrático débil, cómodo y funcional a los intereses de unos pocos.
Pero, ¿qué significa realmente hablar de gobernanza participativa desde los feminismos populares? Significa cambiar la lógica del poder. Significa poner en el centro la vida, la comunidad, la dignidad y la escucha. Significa que gobernar no es decidir desde arriba, sino construir desde abajo, con todas y todos, especialmente con quienes históricamente han sido silenciadas: mujeres negras, indígenas, campesinas, empobrecidas, migrantes, trans, y de los barrios populares.
¿Qué es gobernanza participativa desde los feminismos populares?
Es una forma de organización social y política que rompe con el modelo tradicional de democracia representativa liberal, y propone otras formas de ejercer el poder y la toma de decisiones. No se trata solo de votar cada cuatro años, sino de construir colectivamente los sentidos, las prioridades y los caminos para vivir con justicia y dignidad.
Los feminismos populares apuestan por una gobernanza que:
- Reconozca las múltiples opresiones (racismo, clasismo, sexismo, colonialismo) que atraviesan los territorios.
- Ponga en valor los saberes comunitarios, ancestrales y de cuidado.
- Promueva la organización colectiva y autónoma.
- Exija transparencia, rendición de cuentas y transformación estructural del Estado.
En este marco, proponemos 7 claves para una gobernanza eficaz en tiempos de crisis, pensadas desde los feminismos y en diálogo con los desafíos actuales de Ecuador.
Siete datos para una gobernanza eficaz desde los feminismos populares
- Descentralizar el poder: que la voz de los territorios cuente La toma de decisiones no puede seguir concentrada en las capitales o en las élites políticas. Las comunidades deben tener mecanismos reales para incidir en lo que les afecta. No se puede gobernar sin escuchar.
- Reconstruir la confianza desde abajo: cuidar la política La desafección política es grande porque la gente siente que nadie la representa. Es hora de volver a confiar, pero no en los partidos tradicionales, sino en nuestras propias capacidades de organizarnos, vigilar y proponer. La política también es nuestra.
- Recuperar el sentido colectivo del cuidado Cuidar es también gobernar. Las mujeres y disidencias han sostenido históricamente la vida en medio de la precariedad. Su forma de organizar la vida puede enseñarnos mucho sobre otra forma de gobernar: más cercana, más humana, más ética.
- Fortalecer los espacios de participación reales, no simbólicos No basta con “invitar a participar”, hay que transformar las estructuras para que la participación sea vinculante. Que lo que se decide en las asambleas barriales, en los cabildos populares, en las mingas comunitarias, tenga efecto.
- Democratizar la información y la comunicación No hay gobernanza sin acceso a información clara, veraz y oportuna. En tiempos de desinformación y manipulación mediática, las radios comunitarias, los colectivos de comunicación popular y las redes territoriales cumplen un rol clave.
- Luchar contra todas las formas de violencia La violencia política, económica, institucional y criminal que vivimos no se resuelve solo con policías ni cárceles. Se enfrenta con justicia social, acceso a derechos, empleo digno, salud mental y desmilitarización de los barrios.
- Plantear una ética radical del poder La gobernanza participativa no puede reproducir los vicios del poder tradicional: corrupción, clientelismo, machismo, racismo. Se necesita una nueva ética política basada en la coherencia, la horizontalidad y el compromiso comunitario.
¿Qué se juega Ecuador hoy?
Ecuador se encuentra en una encrucijada: o profundiza un modelo de gobernabilidad autoritaria, elitista y funcional a los intereses privados, o se atreve a reinventar su democracia desde las bases.
Los feminismos populares, las comunidades negras, indígenas, montubias, los movimientos de mujeres, jóvenes, migrantes y ambientalistas ya están dando pistas de cómo hacerlo. Están cimarroneando la política. Están proponiendo formas de poder que se parecen más a la vida que a los manuales de gobernabilidad.
La pregunta que queda es: ¿les vamos a escuchar o vamos a seguir repitiendo el fracaso?