Durante más de 400 años, más de 15 millones de personas fueron arrancadas de sus hogares, despojadas de su humanidad y sometidas a un brutal sistema de esclavitud que marcó uno de los capítulos más oscuros de la historia. Hoy, 25 de marzo, en el Día Internacional de Recuerdo de las Víctimas de la Esclavitud y la Trata Transatlántica de Esclavos, no solo honramos su memoria, sino que también exigimos que los Estados asuman su responsabilidad en la reparación de sus descendientes, sus comunidades y los territorios afectados.

A pesar del paso del tiempo, las cicatrices del pasado siguen abiertas. La discriminación racial, la pobreza estructural y el saqueo de recursos en África y sus diásporas son testimonio de que la esclavitud no solo fue un crimen de lesa humanidad, sino que sus consecuencias persisten hasta hoy.

Para recordar de manera permanente a quienes sufrieron esta barbarie, en la sede de las Naciones Unidas se erige «El Arca del Retorno», un monumento diseñado por Rodney Leon que simboliza la memoria y el compromiso con la justicia. Pero la memoria no basta si no va acompañada de acciones concretas. Es momento de que los gobiernos reconozcan su deuda histórica y avancen en políticas de reparación que restituyan derechos, dignidad y oportunidades a las comunidades afectadas.

Recordar no es suficiente. Es hora de reparar.

Juana Francis Bone