Por: Shamira Benítez 

A lo largo de la historia, los discursos oficiales han tendido a presentar la esclavitud como el punto de partida de la historia de la diáspora africana en América. Esta narrativa es incompleta y reduccionista. Las personas africanas que fueron esclavizadas provenían de civilizaciones complejas, con conocimientos, lenguas, filosofías, estructuras políticas y prácticas culturales milenarias. Reducir su historia al inicio de la esclavitud es borrar su humanidad anterior y perpetuar una visión colonial. La trata esclavista, más que el origen, es un momento de ruptura violenta dentro de una historia mucho más amplia y rica. La negritud y la afrodescendencia no nace con el cautiverio, sino que lo resiste, lo sobrevive y lo transforma.

La historia de la trata transatlántica de esclavos constituye uno de los crímenes más atroces contra la humanidad. Durante más de cuatro siglos, millones de africanos fueron capturados, desplazados y sometidos a condiciones infrahumanas bajo sistemas esclavistas en América y Europa. El 23 de agosto de 1791, en la colonia francesa de Saint-Domingue (actual Haití), se inició una revuelta liderada por personas esclavizadas que marcaría el principio del fin del régimen esclavista colonial en el Caribe. Esta fecha fue reconocida por la UNESCO en el año 1998 como un día de memoria, resistencia y dignidad.

El acto de recordar la abolición debe incluir no solo el reconocimiento del sufrimiento, sino también la agencia, la rebeldía y la contribución de las personas africanas y afrodescendientes en la construcción de las Américas. Desde los cimarronajes, las revueltas esclavas y las luchas por la libertad, hasta las expresiones culturales, religiosas y políticas actuales, la historia afrodescendiente es una historia de creatividad, fuerza y continuidad. La conmemoración del 23 de agosto, como Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y su Abolición, debe ser una oportunidad para visibilizar no solo la abolición formal de la esclavitud, sino también las múltiples formas de racismo estructural que persisten y que requieren una justicia reparadora sin espacio a la repetición.

El Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y su Abolición no debe limitarse a una mirada pasiva del pasado. Más allá del dolor, es una fecha para reivindicar la dignidad histórica de los pueblos afrodescendientes, recordando que su existencia no empieza con la esclavitud, sino que la trasciende. Reafirmar esta perspectiva es vital para desmontar las estructuras coloniales que aún marcan las relaciones sociales, culturales y políticas en nuestras sociedades.

Amandla Medio