Por: Arturo Toala Quimis, Las Voces Esmeraldas
El pasado 12 de agosto de 2025 las calles de Quito se llenaron de ciudadanos, conscientes o no, de que marchaban a favor de su verdugo, en la marcha que convocó el presidente Daniel Noboa Azín contra la Corte Constitucional del Ecuador. Miles de ciudadanos, de distintos rincones del Ecuador, se unieron al llamado del presidente, sin embargo, la pregunta es la siguiente: ¿El apoyo fue mayoritariamente voluntario y consciente? Pues, existe en la actualidad un dilema alrededor de esa pregunta porque si bien es cierto, el actual mandatario tiene una alta aprobación dentro del país que lo coloca en los mejores lugares en el top de presidente de Latinoamérica, él mismo tiene una fuerte carga de oposición que a diario hace impulso para demostrarle a las personas simpatizantes de su gobierno que lo que se vende como “Nuevo”, es más que lo que ya le ha hecho daño al país en mandatos anteriores.
Entonces, hemos entrevistado a dos de los jóvenes que fueron invitados a formar parte de la “multitundinaria” marcha. Les llamaremos Yorkael y Kevin. Sus cuerpos habitan un sector popular del cantón Esmeraldas, y su tía que trabaja en la Prefectura les invitó con la excusa que recibirían un pago por su participación en la movilización.
Hablando con Yorkael, supimos que a él no le gusta la política porque eso es “para gente vieja”, una respuesta similar a la de Kevin quien comentaba que “la política es para vagos”. Discursos que reflejan la apatía que siente un gran sector de la ciudadanía hacia todo lo referente a la política.
Les preguntamos, entonces, ¿por qué se dejaron convencer de asistir una marcha que era evidentemente política? Ante esto, un silencio irrumpió en la conversación y después de unos largos segundos, Yorkael defendió: “Porque 20 latas*, son 20 latas”, sin embargo, la respuesta de Kevin fue un poco más profunda: “Es que era el presidente el que nos estaba invitando, y puede que de ahí salga algún camello**”). Y es dolorosamente fácil concluir que cuando un individuo carece de un sustento económico constante y sostenido es presa fácil – muchas veces – de actores (o actrices) de la política que compran su conciencia, pero esto se atenúa todavía más cuando, aparte de la necesidad económica, existe un vacío de conocimiento (knowledge gap, en inglés) con respecto a la política de un país.
La crudeza de las respuestas de Yorkael y Kevin no es una anécdota; es el síntoma de una realidad nacional profunda y preocupante. «20 latas» y la esperanza vaga de un «camello» fueron suficientes para movilizar a estos jóvenes hacia una marcha cuyo trasfondo político desconocían o despreciaban. Esto se da en un territorio donde recae la tasa más alta de desempleo a nivel nacional (8,6%), el 51% de su gente vive en pobreza y 6 de cada 10 sufre de pobreza multidimensional, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) en su boletín de mayo de 2025.
El intercambio transaccional – votos o presencia física a cambio de un alivio económico inmediato – es combustible de una maquinaria política que explota la vulnerabilidad. La pregunta que resuena es: ¿Cuántos de los miles que coreaban consignas contra la Corte Constitucional lo hacían con plena conciencia de las implicaciones de lo que pedían? ¿o simplemente respondían al llamado de quien ostenta el poder y ofrece un mendrugo de alivio?
*Latas: En Ecuador, hace referencia a monedas de dólar. Ej.: 2 latas = 2 dólares. **Camello: En Ecuador, y también en Colombia, este término refiere al ejercicio de laborar.
La estrategia del Gobierno de Noboa es clara: al no lograr la aprobación de tres leyes “económicas-urgentes” y ante la amenaza de un probable veto constitucional, intenta
presionar a la Corte Constitucional movilizando a la gente a las calles, por necesidad y por desconocimiento. El oficialismo presenta a la Corte como un obstáculo para la «seguridad», la paz y la «inversión», simplificando un debate jurídico complejo a una propaganda fácil de digerir, especialmente para quienes, como Yorkael y Kevin, no tienen el tiempo, las herramientas o el interés para profundizar.
Conocer es actualmente una vacuna contra la manipulación, pero el «knowledge gap» (vacío de conocimiento) no es solo ignorancia; es la consecuencia de un sistema que históricamente ha excluido a grandes sectores sociales de una educación ciudadana robusta y de canales efectivos de participación política más allá del simple proceso de depositar un voto en las urnas. La política se percibe como algo lejano, sucio («para viejos», «para vagos»), ajeno a la lucha diaria por la supervivencia de nuestros territorios. Esta desconexión es el caldo de cultivo perfecto para la demagogia, el populismo y la compra de voluntades. De esta manera, cuando tu principal preocupación es si hoy comerás o si tendrás para el pasaje mañana, los debates abstractos sobre la independencia de poderes o la constitucionalidad de una ley parecen un lujo inalcanzable.
El asistencialismo clientelar – el pago por asistir a un acto, la promesa de un empleo precario o la entrega de un bono condicionado – se convierte en la única política tangible que perciben. Es un círculo vicioso: la necesidad les hace vulnerables a la manipulación, y esa manipulación perpetúa las estructuras que generan la necesidad y la desigualdad.
La historia de Yorkael y Kevin se repite, con variantes, en barrios populares de Guayaquil, Quito, Machala y otras ciudades. No son casos aislados, sino la manifestación de un modus operandi arraigado. Funcionarios de distintos niveles (prefecturas, municipios, asamblea nacional, ministerios) operan como «reclutadores», utilizando recursos públicos o promesas de acceso a programas sociales para inflar las cifras de apoyo al gobierno de turno. El ciudadano se convierte en un número, un cuerpo presente, casi que despojado de su capacidad crítica. Lo grave es que se instrumentaliza la pobreza para atacar el único contrapeso que puede declarar la inconstitucionalidad de leyes que, paradójicamente, podrían perjudicar aún más a esos mismos sectores vulnerables en el largo plazo. Una justicia independiente es la última trinchera de los que no tienen poder económico o político; sin embargo, para el oficialismo es “la única pata coja” como enunciaba el asambleísta de ADN por Pichincha, Andrés Castillo.
La Presidencia, desde su acostumbrada comodidad, insiste en el carácter «espontáneo y masivo» del apoyo ciudadano, negando cualquier coordinación para el transporte o en el pago a participantes; sin embargo, el testimonio de los jóvenes esmeraldeños y la lógica del contexto económico nacional pintan un cuadro distinto.
Marchar, incentivados por una necesidad imperiosa y sin comprender el fondo del asunto, puede significar, en última instancia, marchar a favor de leyes que deterioran las garantías que protegen a todos y todas, especialmente a los más vulnerabilizados. Marchar, quizás, a favor de quien sacrifica derechos constitucionales en el nombre de una eficacia y eficiencia dudosas, se convierte, en un sentido amplio y trágico: marchar a favor de su propio verdugo.
La necesidad económica confunde; la falta de conocimiento desarma. Juntas, son una combinación letal para la democracia. La pregunta que queda flotando es: ¿Cuántas «20 latas» vale el futuro del Estado de Derecho en el Ecuador?
*Latas: En Ecuador, hace referencia a monedas de dólar. Ej.: 2 latas = 2 dólares. **Camello: En Ecuador, y también en Colombia, este término refiere al ejercicio de laborar.
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