palabra anclada al mar, la rebeldía y la música sabrosa

Yuliana Ortiz Ruano es una escritora afroesmeraldeña, y de seguro ya has de haber escuchado de ella. y de seguro ya has de haber escuchado de ella. Nació en 1992, en Limones, una isla de Esmeraldas donde las historias se cuentan con el cuerpo entero y el mar está en cada conversación. Además de escritora, es profe, DJ y gestora cultural, porque para ella la creación no se queda solo en los libros: también se siente en el aula, en la calle y, sobre todo, en la música.Su obra camina entre la poesía, la narrativa y la oralidad, siempre con una mirada anclada en la experiencia afroecuatoriana y en la vida popular. 

La vida como primera escuela

Desde pequeña, fue testigo de cómo las historias se tejían con las manos, se cantaban al ritmo del tambor y se compartían en la cocina, en las fiestas y en las tardes de lluvia. Su madre y sus ñañas, mujeres sabias y narradoras, le transmitieron el amor por la palabra y la memoria ancestral. En sus primeros años, también fue fundamental la influencia de escritores como Nelson Estupiñán Bass y Adalberto Ortiz. Así, entre las olas del mar y las voces de su comunidad, Yuliana aprendió que contar historias era una forma de afirmar su identidad, de resistir al olvido y de luchar contra las injusticias que marcaban la vida de su gente.

Guayaquil y el paso de niña a escritora

A los 17 años, Yuliana se trasladó a Guayaquil para estudiar Literatura en la UArtes. Allí, se dió cuenta que ya no estaba cerca de sus ñañas, de su gente, ni del mar que tanto la había formado. Esa distancia pesaba. En la ciudad, lo primero que notaron de ella fue el acento. Su forma de hablar —tan esmeraldañísima— la marcaba como “la otra”. Pero en lugar de suavizarse o adaptarse, decidió afirmarse. No pensaba disimular lo que era ni de dónde venía. Al contrario, empezó a escribir con más fuerza, con más rabia, con más verdad. En Guayaquil comenzó a tomar forma esa voz que no solo quería contar historias, sino también denunciar, resistir, hacer memoria.

La poesía como punto de partida

Su primera apuesta fue la poesía: Sovoz (2016), seguido de Canciones desde el fin del mundo (2018) y Cuaderno del imposible regreso a Pangea (2021). Todo eso en menos de cinco años. Cada uno funcionó como un cuaderno de campo del habla que escuchó desde niña, una forma de decir que escribir era otra manera de existir En esos poemas reconoció desde ya que su literatura no la haría el ideal a seguir, sino la memoria del manglar y de las voces que ella escuchaba antes de levantar un libro.

La escritura como terreno firme de identidad

En octubre del 2022 publicó Fiebre de Carnaval, su primera novela, ambientada en La Guacharaca de los 90 y narrada por Ainhoa, una niña que crece en medio del carnaval, la pobreza y el machismo. La novela llegó con ritmo propio y fue publicada simultáneamente por La Navaja Suiza (Madrid) y Recodo Press (Quito). Fue también elegida por Babelia (El País) y Vanity Fair España como uno de los libros imprescindibles de 2022, y fue señalada por escritora como Mónica Ojeda como la favorita del año. Esto le abrió nuevas puertas en el mundo literario. Fue, de alguna forma, la confirmación de que su escritura tenía un lugar propio.

Música, lectura y comunidad

Más allá de los libros, la música siempre ha sido parte de su vida. No solo como influencia, sino como práctica: Yuliana también ha sido DJ, mezclando sonidos del Pacífico con ritmos africanos, latinos y caribeños. Para ella, la música es una forma más de contar historias y activar memorias. En paralelo, ha impulsado espacios como el “Mentidero de lectura”, donde se lee en voz alta, se comparten textos de autoras afrodescendientes y se devuelve la literatura a la comunidad. Todo lo que hace —escribir, enseñar, leer, mezclar— tiene esa intención de conectar. De volver la cultura un asunto vivo y compartido.

Samira Folleco