Dra. Mónica Francis Bone.

Aunque en derecho las mujeres hemos avanzado a pasos agigantados y contamos con el respaldo de normativas nacionales e internacionales, la palabra RELIGIÓN, siempre será como una piedra de tropiezo para algunas, pues las exigencias morales de esta no les permitiría actuar o reclamar con libertad, mientras que para otras sería su tabla salvavidas, siendo que encuentran en la religión aquello que le otorga un sentido a sus vidas.

La religión ha moldeado el ideal de femineidad, pues desde esta, la mujer responde a arquetipos bien definidos: LA VIRGEN, LA MADRE, LA SABIA, LA SANTA, LA PECADORA; constructos subjetivos que desde una visión patriarcal ha fomentado el juzgamiento de la mujer que no se apega a estos perfiles, siempre asociados a un Dios masculino, castigador y nada piadoso, negando siempre la divinidad de la propia mujer.

Históricamente, la construcción de la identidad femenina, está marcada por lo que él hombre cree de ella, no por lo que ella siente o desea; en este sentido, la mujer ha sido sometida a cánones socio-religiosos desde el temor a recibir un castigo por incumplir los mandatos, obligada a encajar en una sociedad que la juzga, pero también la utiliza.

Podemos ver que estos espacios religiosos donde un sistema de creencias es un limitante porque anula el sentir, su sexualidad y el goce pleno de derechos a una mujer, son espacios violentos porque atropellan su dignidad como persona, por ejemplo, discriminándolas con códigos de vestimentas y comportamientos que las dejan sin capacidad de decisión o cuando por responder a costumbres culturales y tradiciones familiares las dejan sin voz.

Desde las letras y el cristianismo, podemos citar a teólogas feministas como Rosmery Radford quien desarrollo la teología feminista de la liberación, donde criticaba la postura del patriarcado teológico por la visión masculinizada que estos tienen de Dios y su intención de que la racionalidad y la soberanía son solo características del hombre.

En nombre de Dios, nos intentan invisibilizar, relegándonos al último lugar, sin embargo, es satisfactorio como mujeres brillantes desde este espacio hacen resistencia y toman un rol protagónico aun a riesgo de su propia vida, ejemplo de esto, son los conventos, hermandades, grupos de oración donde se dan apoyo y deciden apostar a otras formas de autoridad religiosa para desafiar las injusticias sociales.

Amandla Medio