En los últimos días miles de personas han salido a las calles de las diferentes ciudades de Perú. Las protestas son contra la vacancia del expresidente Martín Vizcarra y la asunción de Manuel Merino como presidente de la República. Desde Lima hasta las ciudades amazónicas como Iquitos, o las costeras como Trujillo, manifestantes han tomado las calles con pancartas, vestidos de rojiblanco y flameando la bandera nacional.
La vacancia de Vizcarra, efectuada por el Congreso peruano el lunes 09 de noviembre a horas de la noche, se dio a 5 meses de las elecciones presidenciales y en medio de la crisis económica y social por la Pandemia del Covid -19, en uno de los países del mundo más golpeados por esta crisis sanitaria.
El Congreso peruano necesitaba 87 votos -de los 130- para vacar al entonces presidente, y declaró su “incapacidad moral para ejercer la presidencia” con 105 votos a favor, 19 en contra y 4 abstenciones. Esa misma noche Martín Vizcarra se allanó a la decisión del parlamento y decidió no presentar ningún mecanismo legal que diera marcha atrás a la vacancia.
¿Qué es la vacancia por “incapacidad moral”?
La Constitución Política del Perú en su Art. 113 prevé 5 causales por las cuales el presidente de la república puede ser vacado de su cargo; la segunda estipula “su permanente incapacidad moral o física, declarada por el Congreso”. El argumento del Legislativo es que Martin Vizcarra cuenta con una investigación preliminar por presuntos delitos de corrupción ocurridos cuando fue gobernador regional de Moquegua, al sur del país, lo que implicaría una “permanente incapacidad moral”. Por su parte, el exmandatario refiere que se trata de una investigación preliminar, a la que presta toda la colaboración necesaria, pero no se trata de una acusación formal, ni mucho menos una sentencia; por ello, señala que se trata de un complot en su contra desde el Congreso, en el que no tiene bancada, ni aliados.
Pero ¿la población está saliendo a las calles porque cree en la inocencia de Vizacarra? Si bien es cierto, el ex presidente tenía cierta aceptación popular -57% a setiembre 2020- por su manejo de la crisis por el Covid-19. La indignación ha crecido en rechazo al Congreso, dado que gran parte de sus miembros cuentan con acusaciones, investigaciones y sentencias por diversos delitos y no se ha levantado siquiera la inmunidad parlamentaria para las investigaciones, y mucho menos se ha pensado en la destitución.
¿Por qué es tan fácil destituir a un presidente en Perú?
En los últimos cuatro años Perú ha sido gobernado por 03 presidentes. En 2016, tras elecciones generales, asumió la presidencia Pedro Pablo Kuczynski, quien por presiones del Congreso y al encontrarse investigado por nexos con el caso Odebrech fue obligado a renunciar en marzo de 2018, siendo sucedido por su entonces vice-presidente Martín Vizcarra, quien hace unos días fue vacado y reemplazado por Manuel Merino, presidente del Congreso que aprobó dicha vacancia.
Estos cambios en el Ejecutivo dan cuenta de la fragilidad institucional del país andino, y de la “relativa facilidad de destituir a un jefe de Estado”. Para solicitar el inicio del proceso de vacancia sólo se necesita la aprobación de 26 congresistas; con 52 votos es admitida a trámite y con 87 es aprobada en el Congreso unicameral, que no cuenta con revisión de una segunda cámara. Si bien, Perú es un país presidencialista, el poder del Congreso para controlar los otros poderes del Estado es muy alto; por ejemplo, puede vetar a un gabinete de ministros entero, obligando al presidente de la república a nombrar otro.
Muchos argumentos y análisis políticos sobre la procedencia o no de la vacancia presidencial peruana están circulando en los medios de comunicación; sin embargo, los gritos en las calles y el descontento de la población dan cuenta de una profunda y grave crisis política que enfrenta el país. Una crisis que va más allá de Vizcarra y el actual Congreso. Una crisis que devela una forma de hacer política desconectada de la realidad de pobreza y desigualdad social que vive Perú. Una crisis que vuelve a poner sobre la mesa la necesidad de una reforma nacional profunda. Una crisis que vuelve a traer el eco de un cambio constitucional, de un cambio de modelo, de un cambio de sistema. Cuando las calles hablan, cuando las crisis llegan, es momento de volver la mirada a la re-construcción de “otros mundos posibles”, mundos donde el centro sea la vida plena.
Rocío Elizabeth Huamancondor Paz. Abogada peruana, con Maestría en Análisis en Políticas Públicas y especialización en Derechos Humanos.
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