By Ximena Medina
Para las comunidades étnicas y la mayoría de las comunidades excluidas, el actual confinamiento no es el primero y existen otras pandemias que han marcado su existencia. La pobreza y el desplazamiento forzado son evidencia de ello. En el marco del COVID-19, hemos reconocido que el racismo estructural es uno de los grandes desafíos en la agenda global al mismo nivel de la crisis climática y la violencia contra las mujeres, niñas y niños. Cada uno de estos temas tiene a la desigualdad como determinante y las comunidades afrodescendientes están en el centro.
Sin embargo, el momento actual es desafiante porque son precisamente la mayoría de esas mujeres negras son las que representan la mayoría de la economía del cuidado, las que tienen que desafiar no solo el virus sino el hambre, las que están sembrando en sus patios, turnándose para cuidar a los niños e incluso salir a la calle a pesar de los riesgos. Y eso nunca ha sido fácil para nosotras.
Retos para alcanzar la equidad en nuestros derechos
Las y lo negros/ afrodescendientes han participado en todos los procesos históricos de desarrollo de nuestros países y las mujeres hemos sido pieza clave en dichas acciones: en el reconocimiento de la existencia y presencia, el reconocimiento de una historia, una cultura y la participación en la construcción de ciudadanía.
Las mujeres afrodescendientes nos marcan la ruta: educación de calidad, empleo digno, salud integral, salud sexual y reproductiva, tierra y territorio, seguridad social; lucha contra el feminicidio, contra el genocidio, de la cual es nuestra tarea seguir luchando.
Lo que se debe considerar para terminar esta lucha es erradicar la pobreza y la exclusión para una vida plena para todas y todos.
La lucha seguirá continuando…
En América Latina, la población indígena llega a 40 millones, distribuida en diferentes etnias y culturas, con mayor peso en Bolivia, Ecuador, Perú, México, Chile, Colombia y Argentina. La población afrodescendiente es de 150 millones y se concentra básicamente en Brasil, Colombia y Venezuela. En estos y otros países persisten profundas desigualdades y una distancia marcada e inaceptable en los indicadores de acceso a bienes y servicios. Negros e indígenas son los que más sufren esta desigualdad, pero sobre todo las mujeres negras e indígenas.
Del 32% de las familias cuyo sostén principal son mujeres, el 39% descansa en mujeres de ascendencia racial solamente negra y 30% en mujeres de ascendencia racial solamente blanca.
En tema del estudio las mujeres negras con un 30% justifican el abandono de los estudios por exigencias de trabajo, más del 39% son negras y 22% son blancas. Otras causas mencionadas son la necesidad de garantizar el propio sustento con la necesidad de mantener a la familia con el 15% de mujeres de ascendencia racial solo negra y 8%, solo blanca.
Continuaremos luchando de forma colectiva en contra de las desigualdades que impiden que tengamos el goce y disfrute pleno de nuestros derechos.
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