Mi labor como Psicóloga incluye el acompañamiento terapéutico a quienes transitan crisis como ser víctima y sobreviviente de violencia sexual. Ello me ha enseñado que, si bien la agresión sexual genera una ruptura psíquica, esta se exacerba con otros factores como la repetición el evento, edad, relación con la persona agresora, etc. Sin embargo, hay uno que influye en gran medida en el proceso de recuperación psicológica de les sobrevivientes: el apoyo de les amigues y específicamente de la familia.
Antes de continuar, es necesario entender que la violencia sexual es un acto de dominación de un cuerpo, generalmente masculino, hacia otro sin su consentimiento, además que es reforzado por una relación de poder como el género, edad, estado de conciencia, incluso una contextura física. A ello se agrega que una agresión sexual se sostiene bajo mecanismos de intimidación, manipulación y de normalización de la violencia. Por ende, una agresión sexual nunca será un acto “deseado” ni “buscado” por la víctima, por lo que tampoco será le responsable de esta agresión sexual. Por el contrario, insinuarlo contribuirá a generar más distancia emocional entre tú y esa persona.
Al ir leyendo esto te preguntarás: “¿Entonces cómo puedo ayudar a alguien que ha vivido violencia sexual?”. Es necesario que tomes conciencia que tanto tú como la otra persona están viviendo procesos de sobrevivencia. Por eso llamamos “Sobrevivientes primaries” a quienes han sido víctimas directas de la violencia sexual, mientras que “Sobrevivientes secundaries” es el círculo más cercano a la víctima como la familia, les amigues, compañeres o vecines; es decir, toda persona que tiene un vínculo cercano con le sobreviviente primarie, que ha conocido del caso y que siente tener una conexión con ello. Por ende, al ser sobreviviente secundarie es probable que cuando conociste que tu amigue, vecine o familiar vivió violencia sexual hayas experimentado sentimientos como:
– Culpa e impotencia de sentir que “debías” haber hecho algo para evitar aquella agresión.
– Miedo a que alguien más lo viva.
– Deseo de venganza, ira, justicia o rencor hacia le agresore.
– Sobreprotección a esa persona para evitar que nada más le pase.
– Distanciamiento o evitación como no hablar de ello o no acercarte a la víctima.
– Desconocimiento de no saber qué decir o temer que lo que digas le haga sentir peor.
– Confusión e incredulidad ante el testimonio que te puede llevar a minimizar, justificar, negar o incluso normalizar la agresión.
– Puede que llegues a identificarte con le sobreviviente primarie, especialmente si también has vivido violencias sexuales que sientes que no hayas podido sanar.
Otra reacción podría ser el de querer controlar la situación o “proteger” a le sobreviviente primarie pero recuerda que es necesario entender que el control le fue quitado a aquella persona en el momento en que vivió la violencia sexual y que lo mejor que podrías hacer es darle su libertad de tomar sus decisiones acorde con sus necesidades, contexto, recursos y especialmente, con su proceso de trauma, el cual no será el mismo para todes, incluso en situaciones de agresiones sexuales comunes. La preocupación puede ser otra reacción en les sobrevivientes secundaries y si llegas a sobreproteger a la víctima, esta tendrá más dificultades de volver a su estilo de vida. Por ello, deja que esa persona decida a quién y cuándo contar lo ocurrido y qué decisiones tomar ya que solo quien ha vivido una violencia sexual será quien pueda determinar cómo ir sanando o el tiempo que requiera para ello.
Experimentar estos sentimientos son normales y esperables pero si es pertinente que primero logres identificar lo que sientes y comprender de dónde vienen esos afectos; además de entender que la agresión sexual no es “buscada” por la víctima. Esto te permitirá no solo conectarte contigo misme sino también con le sobreviviente primarie y poder acompañarle en su proceso de recuperación emocional. Recuerda que cuando se apoya de verdad, no se acusa o se juzga. Si sientes que estás poniendo más atención a tus prejuicios o tus experiencias, en lugar de entender lo que le sobreviviente primarie te está comunicando, entonces no estás escuchándole en sí. No debes por qué tener todas las respuestas porque tu papel no es el de solucionar los problemas de la víctima sino el de brindar un apoyo, acompañar y escuchar. Vale más un silencio puro, cálido y empático que buscar las palabras “pertinentes” para el acompañamiento.
Finalmente, antes de acompañar a alguien, es necesario revisar nuestros propios prejuicios frente al tema. Si fuiste víctima de violencia sexual y sientes que no has sanado es probable que mirar a una persona cercana pasar por lo mismo te impida conectar con elle y termines comparándole o comparándote a ti misme. Les sobrevivientes secundaries también deben pasar por su propio proceso de víctima a sobreviviente.