El acompañamiento a personas gestantes no es solo un acto de solidaridad, sino un derecho que debe garantizar el Estado. En un contexto de desinformación y falta de campañas públicas, asegurar redes de apoyo e información confiable es clave para proteger la salud y la vida de quienes enfrentan decisiones sobre un embarazo.
Por Coraima Torres
Acompañar, según el diccionario, significa estar, existir junto a otra persona, y añadiría que sostener, si alguien lo necesita. El acto de acompañar puede ser representado con manos que jamás se soltarán ante la violencia del territorio ecuatoriano.
Acompañar es el antídoto a los imaginarios sociales que crean una competencia entre mujeres cuyo premio es una dolorosa soledad. Los feminismos han sanado eso para construir desde la sororidad y la colectividad.
Ejercer derechos reproductivos de manera informada y segura puede ser complicado en países con una avanzada conservadora. Por eso el acompañamiento es un derecho que debería garantizar el Estado y no se trata solo de brindar apoyo emocional, sino también de ofrecer información veraz y confiable sobre sus opciones.
Sin embargo, el Estado falla constantemente. En Ecuador no se han hecho campañas masivas para difundir la existencia del #abortoporviolación ni la causal salud, lo cual permitiría que mujeres con enfermedades crónicas no mueran, o que ninguna mujer o niña sea obligada a parir como consecuencia de una violación.
El acceso a la interrupción del embarazo por causal salud y violación es un derecho garantizado por la ley en Ecuador. A pesar de que estas opciones están disponibles, el silencio del Estado y la falta de campañas informativas dejan a las personas gestantes sin saber qué hacer ni adónde acudir. No hay una guía clara ni accesible para quienes necesitan tomar decisiones en momentos críticos de su vida.
El 40% de los embarazos en todo el mundo no son planeados, y las personas gestantes, por diversas razones, pueden decidir interrumpirlo. No necesitan ser juzgadas, señaladas o estigmatizadas. En este sentido, todas las personas gestantes, independientemente de su raza, clase, religión o geografía, deben tener acceso a un aborto seguro, y el acompañamiento adecuado puede marcar la diferencia entre un proceso seguro y una situación de riesgo.
El acceso a información confiable y a una red de apoyo es fundamental para garantizar que las personas gestantes no enfrenten la interrupción de un embarazo en condiciones clandestinas o inseguras.
Muchas de nosotras hemos sido esa amiga que escucha, que apoya, que ofrece un espacio seguro donde se puede hablar sin miedo al juicio. Hace un par de años escuché a una facilitadora decir que no siempre se puede acompañar en procesos de interrupción voluntaria del embarazo porque no necesariamente tenemos las herramientas, pero sí se puede guiar a la persona a una organización segura.
La Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas tiene un directorio de organizaciones diversas que pueden ser claves cuando no sabemos adónde acudir. A través de un acompañamiento informado, las mujeres pueden conocer sus derechos, explorar sus opciones y acceder a recursos confiables. Plataformas como ayudaparaabortar.org se no solo brindan información actualizada y basada en evidencia científica, sino que también ofrecen consejería gratuita, confidencial y libre de estigmas, conectando a las personas gestantes con personas proveedoras de salud que garantizan un proceso seguro.
Es urgente que el Estado cumpla su responsabilidad y se comprometa a realizar campañas de información sobre la interrupción voluntaria del embarazo. Las mujeres y personas gestantes no deben ser dejadas solas. El acompañamiento adecuado no solo es un acto de solidaridad, sino un derecho fundamental que debe ser accesible para todas. Sin la información correcta y el respaldo adecuado, muchas pueden verse obligadas a recurrir a opciones inseguras y clandestinas, poniendo en riesgo su vida y salud.
La falta de campañas del Estado no solo refuerza la desinformación, sino que también perpetúa el estigma que rodea al aborto, creando un clima de miedo y vergüenza innecesarios.
El acompañamiento feminista no solo responde a una necesidad urgente en contextos de violencia y exclusión, sino que también representa un acto político y ético que desafía las estructuras de poder que buscan controlar nuestros cuerpos y decisiones. Para comprender mejor el impacto de esta labor, conversé con Julie (nombre protegido), una acompañante que trabaja desde la justicia reproductiva y la ética feminista, enfrentando día a día los retos de un contexto hostil como el ecuatoriano. Sus reflexiones revelan no sólo los desafíos que atraviesan quienes realizan esta labor, sino también la profundidad del compromiso y la esperanza que habita en el acto de acompañar.
¿Por qué consideras importante acompañar a mujeres que enfrentan violencia de género o buscan acceder a una interrupción voluntaria del embarazo?
En un país que nos violenta y criminaliza por decidir, es indispensable confirmarnos constantemente que no estamos solas y que nos reconocemos apostando políticamente por la justicia reproductiva en la práctica, desde una ética feminista y frente a un Estado que nos señala, excluye y anula cuando queremos ejercer y gozar de nuestros derechos humanos.
¿Cómo defines el rol de una persona que acompaña en este tipo de situaciones?
Pienso que una acompañante debe asumir el rol de brindar información actualizada y aclarar las posibles dudas e inquietudes de la persona que acude por apoyo, para que pueda decidir con autonomía y libertad. Asimismo, debe ejercer un rol de escucha plena para comprender las diversas experiencias personales y tomar en cuenta los diferentes contextos y realidades que puede estar habitando. Además, acompañando en red, nuestro rol implica reivindicar y colectivizar los saberes y la experiencia tejida por nuestras compañeras en la historia y alimentada con las que caminamos en esta misma lucha.
¿Qué retos enfrenta el acompañamiento en Ecuador al brindar este apoyo en un contexto de criminalización y estigma social?
Considero que dentro de los retos se encuentra no saber dónde consultar o acudir. Muchas veces la web y redes digitales pueden ofrecer información errónea e incompleta o pueden conectar a las personas con redes de estafa. Asimismo, hay personas que han tenido experiencias negativas anteriores y procesos tortuosos que pueden aumentar la sensación de desconfianza, miedo e inseguridad.
Muchas personas realizan sus procesos en medio de contextos empobrecidos y violentos, así que, por ejemplo, si sus embarazos han sido producto de violaciones, el acompañamiento implica una gestión que tome en cuenta ciertas necesidades a nivel integral. Todo esto, mientras los roles de género nos imponen el mandato de la maternidad, aunque no sea deseada, puede generar una culpabilidad intensa en medio de la toma de decisiones.
Igualmente, se encuentra como reto la medicina hegemónica occidentalizada que nos expropia de nuestra autonomía mediante diversas formas de violencia, sumado a un sistema de salud nefasto con obstáculos para el acceso igualitario de todas las personas con capacidad de gestar y abortar.
Por último, aunque la clandestinidad también sea un campo de acción y transformación, la visibilidad limitada coloca barreras de acceso para muchas personas atravesadas por distintos ejes de opresión, por lo que como acompañantes asumimos el desafío de seguir construyendo alianzas y ampliando las posibilidades de acompañarnos.
¿Podrías compartir alguna experiencia donde sentiste que tu apoyo hizo la diferencia para una mujer o persona gestante en situación de vulnerabilidad?
Quisiera destacar los procesos en los que no sólo mi acompañamiento, sino el respaldo de su red de apoyo, ha sido clave, porque no sólo la información, sino el tiempo y los afectos de esa tía, amiga o pareja, pueden contribuir a la tranquilidad y seguridad que se requiere. De todas formas, en el imaginario social se ha reforzado la idea errónea de que los procesos de aborto son traumáticos o sólo se atraviesan con angustia o tristeza, pero, claramente, pueden ser llevaderos con un acompañamiento libre de juicios y culpas e, incluso, pueden vivirse desde la felicidad y certeza que produce tomar decisiones de forma consciente y responsable, sobre nuestros cuerpos y proyectos de vida, resignificando alegremente el hecho de desafiar todo un sistema que nos niega ese derecho.
¿Qué cambios legales o sociales consideras prioritarios en Ecuador para que el acompañamiento feminista sea más seguro y accesible?
Para que el acompañamiento feminista sea una realidad para muchas personas más, considero importante seguir propiciando espacios de diálogo y reflexión, aprovechando medios digitales para difundir información y realizando campañas de sensibilización que nos conecten con las distintas realidades existentes. Así también, es clave contribuir a la formación de personal de salud, actualizar los aprendizajes en red y eliminar las leyes que nos impiden gozar plenamente de nuestros derechos sexuales y reproductivos. Por último, considero importante seguir reivindicando que el aborto debe ser acompañado, libre, seguro y accesible, sin plazos ni barreras, así que necesitamos avanzar hacia la despenalización a nivel legal y social para que decidir por nosotras mismas no signifique ser juzgadas, correr peligro de criminalización o riesgo para nuestra salud, integridad y vida.
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