Reafirmando nuestras luchas en el sentir colectivo

El 28 de junio, más de 300 mujeres y disidencias se reunieron en la Universidad Técnica Luis Vargas Torres, en Esmeraldas, para alzar la voz contra la injusticia, el olvido y la indiferencia estatal, teniendo como bandera la digna rabia. En un contexto donde a menudo se nos quiere dividir, este encuentro fue un recordatorio de que la unidad, la memoria y la rebeldía compartida son posibles.

El evento comenzó con un ritual de apertura muy especial. Se convocó a Elegguá, el orisha guardián de los caminos y el destino, para que abriera las puertas del entendimiento y la transformación. Elegguá, con su energía juguetona y sabía, simboliza la posibilidad de nuevos comienzos y la protección en los senderos que elegimos. Su presencia nos recordó que, incluso en tiempos difíciles, siempre hay caminos por recorrer y razones para la esperanza.

A lo largo del día, se llevaron a cabo tres paneles de discusión que abordaron temas fundamentales: la justicia económica, la justicia ambiental y la salud integral, y la participación política de las mujeres. Estos espacios permitieron reflexionar sobre la urgencia de construir una economía que tenga la dignidad de la vida como centro, la necesidad de cuidar nuestros cuerpos y territorios, y la importancia de una política que también nos piense y no nos deje en los márgenes.

Además, se realizaron mesas de trabajo que profundizaron en temas como el antirracismo en la educación, la comunicación comunitaria y los feminismos desde las experiencias y perspectivas diversas.

La jornada también estuvo marcada por la alegría y la resistencia. La Batucada Popular llenó el espacio con su poderosa sonoridad, recordándonos que la alegría es un acto profundamente político en un sistema que busca nuestra precarización. Bailamos, cantamos y celebramos juntas, porque sabemos que en el resistir también está el goce. 

Este encuentro fue una muestra palpable de lo que sucede cuando nos encontramos, nos escuchamos y nos sostenemos en la lucha.. Fue la reafirmación de nuestra capacidad para transformar realidades, construir redes y mantener la convicción de que vivir vidas dignas es posible. 

Samira Folleco