El impacto del reciente derrame de petróleo en Esmeraldas ha afectado a aproximadamente 400,000 habitantes, entre ellos, miles de niños y niñas que ya vivían en condiciones de extrema vulnerabilidad. En una provincia históricamente excluida, donde los cuerpos racializados enfrentan una precarización sistemática, este desastre ambiental solo profundiza las desigualdades existentes.

No contar con agua potable en una provincia con una de las tasas más altas de desnutrición infantil en Ecuador es una condena a las infancias negras. La falta de acceso al agua segura agudiza la crisis de salud pública y expone a los niños a enfermedades prevenibles, malnutrición severa y un futuro incierto. La pobreza en Esmeraldas es estructural y desgarradora: todos los cantones de la provincia, excepto la ciudad de Esmeraldas, registran niveles de pobreza superiores al 80% y de pobreza extrema mayores al 44%, según datos del Plan de Desarrollo y Ordenamiento Territorial 2015-2025.

El futuro de la juventud en Esmeraldas es sombrío. Si la violencia no los coopta, la pobreza los aplasta. La desnutrición crónica infantil afecta a más del 20% de los niños, con consecuencias irreversibles en su desarrollo físico y cognitivo. La tasa de mortalidad infantil en la provincia supera el promedio nacional y el analfabetismo alcanza el 5.7% (Plan de Desarrollo y Ordenamiento Territorial 2015-2025). Esto significa que miles de niños y niñas crecerán sin acceso a educación de calidad, sin herramientas para desarrollarse plenamente y sin oportunidades para romper el ciclo de pobreza.

Esmeraldas es, además, una provincia con una alta población afrodescendiente en un país donde el racismo estructural sigue definiendo el acceso a derechos. En este contexto, las niñas y mujeres enfrentan riesgos adicionales. Es una de las provincias con mayores índices de matrimonio infantil: según un informe de UNFPA y Plan Internacional (2023), el 35.7% de las mujeres de 18 a 49 años en la provincia se casaron o unieron antes de cumplir los 18 años. La falta de oportunidades educativas y laborales perpetúa estos ciclos de violencia y desigualdad.

En medio de la crisis política y económica que atraviesa Ecuador, Esmeraldas lleva la peor parte. Mientras el país enfrenta múltiples crisis, esta provincia parece cargar con una corona de espinas, donde la vida se precariza cada vez más ante la falta de una intervención estatal efectiva y la ausencia de un presupuesto que garantice el acceso integral a derechos. Las movilizaciones y exigencias de sus habitantes son la muestra de un pueblo agotado, que resiste ante el olvido y la negligencia del Estado.

El derrame petrolero es solo otro capítulo en esta historia de exclusión. Mientras la crisis avanza, el resto del país parece ignorar lo que ocurre en Esmeraldas, como si esta realidad no formara parte del Ecuador. Pero las infancias no pueden esperar. Protegerlas es una deuda urgente y una responsabilidad ineludible.

Para hacer uso de este contenido, cite la fuente y haga un enlace a la nota original: Borja, M. S. (2023). Esmeraldas: el olvido del Estado, pobreza, violencia y derrame petrolero. Primicias. Disponible en: https://www.primicias.ec/opinion/maria-sol-borja/esmeraldas-olvido-estado-pobreza-violencia-derrame-petrolero-92030/.

Juana Francis Bone